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viernes, 24 de septiembre de 2010

El amor en los tiempos del cólera

Le parecía tan bella, tan seductora, tan distinta de la gente común, que no entendía por qué nadie se trastornaba como él con las castañuelas de sus tacones en los adoquines de la calle, ni se le desordenaba el corazón con el aire de los suspiros de sus volantes, ni se volvía loco de amor todo el mundo con los vientos de su trenza, el vuelo de sus manos, el oro de su risa.


- El amor en los tiempos del cólera -
Gabriel García Márquez

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Si fuera...

Si fuera una flor sería: flor de loto


Si fuera un árbol sería: ciprés

Si fuera un animal sería: pingüino


Si fuera un insecto sería: mariquita


Si fuera una bebida sería: mojito


Si fuera una comida sería: morcilla de León


Si fuera un postre sería: tiramisú


Si fuera una fruta sería: kiwi


Si fuera un intrumento sería: acordeón


Si fuera una película sería: La lengua de las mariposas


Si fuera un escritor sería: Julio Cortázar


Si fuera un monumento sería: Catedral de León


Si fuera un cuadro sería: La Fornarina (Rafael Sanzio)


Si fuera un color sería: verde hierba


Si fuera un lugar sería: el mar


Si fuera una ciudad sería: Amsterdam


Si fuera un vehículo sería: furgoneta Wolkswagen de los 60


Si fuera un olor sería: bosque de eucaliptos


Si fuera un juego sería: trivial


Si fuera un libro sería: El baile de la Victoria (Antonio Skármeta)


Si fuera una época sería: Barroco

Si fuera un mueble sería: sofá


Si fuera una década sería: años 60


Si fuera un sentido sería: vista


Si fuera una canción sería: Angie (Rolling Stones)


Si fuera ua serie de televisión sería: Aquellos maravillosos 70


Si fuera una prenda sería: vestido negro













lunes, 6 de septiembre de 2010

Perderse a tiempo


Mi mente era un caos,
un remolino de ideas,

una aglomeración de imágenes y sensaciones
donde todo se movía sin ningún control
a velocidades insospechadas.







Traté de poner orden,
pero todo intento por disipar dudas
o aclarar mis ideas resultó inútil.







Fue entonces cuando me armé de valor
y decidí conocerme a fondo, como última solución.








La sola idea de enfrentarme a mí misma me aterraba.

Me daba miedo llegar a saberme entera,
a descubrir todo de mí,
a anular el factor sorpresa definitivamente,
pero en aquel momento creí necesario asumir el riesgo.







Me asomé a mi interior
y lo que ví desde arriba me produjo una horrible sensación de vértigo.


Me mareé, perdí el equilibrio, caí precipitadamente.







Me perdí para siempre.








Sé que nunca llegaré a encontrarme,
pero la idea, lejos de asustarme, me tranquiliza.

Después de tanto tiempo he decidido
que prefiero no dejar de sorprenderme.